Ana iba a la feria de Sevilla. Como cada año, cogió las maletas y allá que se fue.
Ella sabia que intentaban emparejarla, ,( todo hay que decirlo), con los que , los amigos de Ana, decían, eran buenos partidos , sin éxito
Aquel año, para no perder la costumbre también le tenían preparado un candidato, Carlos el cuñado recién separado y con dos hijas ya mayores.
Ana, después del episodio del pijama de ositos, se había propuesto divertirse a tope. Bailó, se tomó los vinillos propios de la feria y bromeó con Carlos.
Todos los días, en el calor de vinos, sevillanas y cantos Carlos le decía que se quedara con él allí, que la tendría como una reina. Ana solo sonreía.
Acabó la feria, como acaba todo en esta vida, y Ana volvió a su rutina cotidiana
Un día sonó el teléfono Era él. Ana se quedo sorprendida, ella no le había dado su número de teléfono
Pronto descubrió que lo que les separaba era más que kilómetros. Intentó que la conversación fluyese, era inútil .Carlos únicamente lograba decir dos o tres palabras.” Estoy deseando que llegue el fin de semana para estar con mis hijas.”
Al colgar… Ana se preguntó ¿pero para que porras ha llamado? Y volvió a repetirse su frase preferida,
¿¿Que necesidad tengo yo de todo esto??
4 comentarios:
La mayor ilusión de mis amigos y familiares (hijos incluidos)es, que busque a "un hombre que me quiera, que me tenga llenita la nevera", en vista que mi interés es nulo,lo hacen ellos por mi.
Un beso enorme, querida amiga!!!!!
"Ana"
Muy buen relato... y tan auténtico.
Cuanado no hay conexión, pues eso, no hay.
Entonces mejor no seguir. ¿Que se saca con eso?
Un abrazo.
ja, ja, ja, Desde luego Ana lo tiene claro.
Eso es para que complicarse la vida, cuando no hay quimica, no la hay.
De todas formas vaya peazo de pretendientes que te presentan, como sigamos asi amos de cabeza al rio jajaj
Besos y abrazos.
"Nereida"
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