EL DESCUIDO
Cualquier pequeña presión de un dedo en el gatillo podría hacerla explotar, pensó Ana, separándose poco a poco de la pared.
Miró alrededor y midió las posibilidades que tenia de huir.
Fue resbalando hasta el suelo, procurando no respirar para no revelar su escondite. ¿Cómo había podido ocurrir aquello?
Le sudaban las manos. La pistola barrió la escena. Se oculto como pudo
Cuando llevaba ya varias horas detrás de la mesa oyó la campanilla de la puerta.
Aprovechó el descuido y le quitó el arma con un suspiro.
Después engañándole con una golosina metió al chimpancé en su jaula otra vez
1 comentario:
es que hay monos que matan
Publicar un comentario