domingo, enero 30, 2011

 

                                                               EL DESCUIDO


Cualquier pequeña presión de un dedo en el gatillo podría hacerla explotar, pensó Ana, separándose poco a poco de la pared.
Miró alrededor y midió las posibilidades que tenia de huir.
Fue resbalando hasta el suelo, procurando no respirar  para no revelar su escondite. ¿Cómo había podido ocurrir aquello?
Le sudaban las manos. La pistola barrió la escena. Se oculto como pudo
Cuando llevaba ya varias horas  detrás de la mesa oyó la campanilla de la puerta.
Aprovechó el descuido  y le quitó  el arma con un suspiro.
 Después engañándole  con una golosina metió al chimpancé en su jaula otra vez

1 comentario:

Beatriz dijo...

es que hay monos que matan